The Writings of Israel Shamir
Home
Arabic
Articles
French
Articles
Hungarian
Articles
Italian
Articles
Norwegian
Articles
Polish
Articles
Russian
Articles
Spanish
Articles
Turkish
Articles
Friends
and Foes
Talmud
Translated
Discussion Board
Feedback
Form
Picture Gallery
Search
Donations
Site Map
Links
Contact
|
 |
El extraño caso de Jared Israel
por Israel Shamir
Traducción de Manuel Talens
Revisión de Germán Leyens
Los Maestros del discurso no serían lo que son si no fueran tan listos.
Mucha gente ha llegado ya a la conclusión de que los medios, los
expertos y los políticos nos engañan. ¿Dónde está la realidad? Los
Maestros ofrecen un amplio abanico de ardides y explicaciones engañosas
de la realidad, a mitad de camino entre la verdad y la mentira, por lo
que sólo una lectura cuidadosa permite descubrir la trampa.
El sitio web Emperor’s Clothes posee todas las cualidades para hacerse
pasar por oponente. Está en contra de la política actual de la
administración Bush. Suele criticar las arbitrariedades de Israel.
Muestra muy bien algunas de las mentiras que impregnan los medios y la
política de los políticos en Estados Unidos. Y sólo a veces sus palabras
expresan su verdadera tendencia. Una carta de un lector llamado Golub me
ha hecho descubrir una de las trampas.
El reciente intercambio epistolar entre Jared Israel, que es una de las
voces más activas de Emperor’s Clothes, y dicho lector [http://emperors-clothes.com/letters/joan.htm]
nos ofrece una oportunidad única de ver lo que hay tras esa falsa
oposición. El lector le pregunta a Jared Israel si acaso no existiría
una conexión entre el eje de la guerra, en torno al cual gira la
administración Bush, y el grupo de presión judío.
De inmediato, la voz de la falsa oposición niega dicha posibilidad:
‘Conozco a muchos judíos y puedo decirle que, con respecto a Israel, la
mayor parte de ellos están convencidos de que las consecuencias del 9 de
septiembre han hecho que las cosas empeoren en ese país. La mayoría de
los judíos estadounidenses no desean la guerra con Irak.’
Si tú, lector, eres capaz de creértelo, cualquier día le comprarás a
alguien el puente de Brooklyn. La mayoría de los judíos IMPORTANTES de
Estados Unidos están de acuerdo con que llegue ese día del juicio final.
Entre ellos, Richard Perle, el presidente del Comité de Política de
Defensa del Pentágono, que es un antiguo empleado del fabricante de
armas israelí Soltam y uno de los que más apoyan la guerra; Paul
Wolfowitz, Secretario adjunto de la Defensa; Douglas Feith, un destacado
sionista y delegado de un ‘fabricante de armas israelí’; Dov Zakheim,
Subsecretario de Defensa; Edward Luttwak, del Grupo de Estudios sobre
Seguridad Nacional del Departamento de Defensa en el Pentágono; Lewis
Libby, Jefe de Gabinete del vicepresidente Dick Cheney y abogado
defensor del ladrón Mark Rich [٭], Robert Satloff, Consejero del Consejo
de Seguridad Nacional de Estados Unidos y director ejecutivo del grupo
de expertos del grupo de presión israelí Washington Institute for Near
East Policy; Elliott Abrams, consejero del Consejo de Seguridad Nacional,
y muchos otros. Es evidente que debe haber algunos judíos que estén
contra la guerra, pero se callan.
Veamos: no se trata de una información secreta destapada por oscuros
sitios web, sino que es un judío honrado, Philip Weis, quien lo admite
en The New York Observer [1]. ‘¿Dónde está la tendencia natural de los
judíos a ser liberales?’, se pregunta Weiss, y se responde a renglón
seguido: ‘Los liberales se han retirado del debate. La negativa de los
judíos liberales estadounidenses a adoptar una posición independiente ha
dejado indefensa a la izquierda de este país. El liberalismo
estadounidense siempre extrajo su fuerza de los judíos. Los judíos
liberales, en sus conversaciones privadas sobre el Oriente Próximo,
reconocen su falta de influencia en el gobierno de Israel y también la
desesperación de los palestinos, pero, en general, no desean hablar en
público de esto con otros ciudadanos de Estados Unidos’. Y concluye: ‘El
discurso interno judío se ha ido haciendo cada vez más racista y la
prensa judía ha llegado a publicar un ataque contra lo que denomina la
plaga de los matrimonios entre árabes y judíos’.
Ésta es la cara oculta de la primera mentira de Jared Israel. Pero la
cosa no termina ahí, porque luego ha de disuadir a sus lectores de que
Israel y los judíos de Estados Unidos son quienes espolean a la guerra.
Mediante un ejemplo apabullante de desinformación, escribe: ‘ No hay
nada peor para Israel que una guerra en el Oriente Próximo. Israel es un
pequeño país con fronteras muy difíciles de defender, rodeado por países
dominados por musulmanes con una población cincuenta veces mayor. Lo
peor para Israel sería una guerra en Irak, porque únicamente inflamaría
las llamas del fanatismo musulmán, que se dirigía contra Israel. Si
Estados Unidos e Inglaterra llegan a atacar, será Israel quien lo pagará.’
Vale, Israel está rodeado por países dominados por musulmanes, pero este
‘pequeño país’, la tercera potencia nuclear del planeta, recibe un apoyo
total del ‘país dominado por los judíos’ que, como por casualidad, es la
única superpotencia global. Incluso si Jared Israel piensa que la guerra
contra Irak es lo peor que le puede pasar a Israel, es probable que se
esté refiriendo a un Israel distinto, puesto que todos los políticos
importantes del estado judío, sus primeros ministros, sus ministros de
defensa y sus portavoces, tanto oficiales como no oficiales, claman por
la guerra en público y en privado. Victor Ostrovsky, un antiguo agente
del Mossad, les preguntó a sus superiores por qué estaban haciendo lo
posible para que hubiera una guerra entre Estados Unidos e Irak [2] y la
respuesta que le dieron fue que Israel no tiene ni la mano de obra ni
los portaaviones para ocuparse de hacerlo por sí mismo. La primera
declaración que hicieron Ehud Barak y Bibi Netanyahu el 9 de septiembre
fue exigir la destrucción de Irak ‘seguida por la de Irán y Libia’.
Ariel Sharon no cesa de exigir la guerra e incluso acaba de ir a Moscú
para buscar el apoyo del presidente Putin.
Sí, es cierto, la guerra va contra los verdaderos intereses de los
judíos que viven en Israel, pero nosotros no tenemos voz: nuestros
políticos están completamente integrados en el establishment
judeoestadounidense, tienen el apoyo económico de los judíos de allí y
bailan al son de su violín. Nuestros auténticos intereses únicamente
serán respetados el día en que los judíos de Estados Unidos pierdan la
posición de poder en el discurso de ese país.
La tercera mentira de Jared Israel es incluso más descarada: ‘Si Estados
Unidos e Inglaterra llegan a atacar, será Israel quien lo pagará.’ Eso
no tiene sentido alguno, porque Israel NUNCA paga. Haga lo que haga, ya
se trate de la reanudación de los violentos ataques del ejército contra
los palestinos, de los asentamientos en los territorios ocupados o del
asesinato de niños, todo eso lo paga la gente de Estados Unidos y Europa.
Pagaron por la retirada israelí del Líbano y de una parte de las alturas
del Golán, pagan ahora la comida de los palestinos hambrientos y pagarán
por cualquier ‘acuerdo de paz’ que Israel se digne firmar. Cuando los
miembros del ‘clan pacifista’ israelí promueven la idea de alguna
compensación para los refugiados palestinos, nunca se les ocurre ofrecer
nada que pague por las tierras robadas y por las casas en que viven.
Siempre anteponen una condición: ‘Será la comunidad mundial la que pague’.
Tampoco son los judíos de Estados Unidos quienes pagan los gastos de
Israel, no son tan tontos. Los judíos estadounidenses compran a sus
políticos o los amenazan con el olvido, a menos que paguen con el dinero
de los gentiles. Y si no pueden hacerlo por motivos políticos, buscan el
dinero de los gentiles alemanes o suizos para pagar las facturas.
¿De qué manera puede el lector darse cuenta de las intenciones ocultas
de un mentiroso con cara de póquer? Es preciso que se fije en algunos
signos inequívocos: llama ‘nazi’ a todo el mundo, desde los hermanos
Dulles al vecino de al lado; invoca sin ninguna necesidad el holocausto
judío y, cada vez que alguien lo pone entre la espada y la pared, se
saca de la manga las teorías de la ‘conspiración’. Jared Israel le
escribe a su lector: ‘Si usted considera que existe una conspiración
israelí por el solo hecho de que Fleischner sea judío, ¿por qué no
formaría yo parte de otra, puesto que también lo soy?’ Bueno, eso mismo
fue lo que dijeron todas las lumbreras judías de Estados Unidos y de
Israel, desde Foxman a Barak, cuando imploraron a Clinton que perdonara
a su compinche Mark Rich. El escritor judío estadounidense Norman
Finkelstein, que sí tiene las ideas claras, observó entonces: ‘Si los
líderes judíos actúan al unísono, ¿acaso deberíamos nosotros cerrar los
ojos con desesperación y decir entre sollozos, ¡oh, no, no puede ser!,
so pena de que nos consideren ‘teóricos de la conspiración?’. Hablando
en plata, sí, señor Jared, usted forma parte de la conspiración
judeosionista, pues les proporciona a los instigadores judíos de la
guerra el camuflaje que tanto necesitan.
Está muy bien que Emperor’s Clothes se oponga a la guerra. Está bien que
no apoye el esfuerzo bélico del grupo de presión judío, pero eso no vale
absolutamente nada si no se alza contra los auténticos instigadores de
la guerra, que no son ni el mentecato de la Casa Blanca ni tampoco el
Pentágono, sino el establishment judío de Estados Unidos, los judíos
importantes, con la ayuda del silencio de los liberales. Fue el
distinguido filósofo judío canadiense Michael Neumann quien expresó una
vez nuestra única esperanza: ‘Más tarde o más temprano, los grandes
hombres blancos de Estados Unidos se darán cuenta de cuáles son sus
auténticos intereses y se rodearán de un nuevo personal que escriba sus
discursos y los aconseje. Ese día, los judíos pasarán de moda.’
[٭] El multimillonario Mark Rich, fugitivo de la justicia estadounidense
durante casi veinte años tras haber huido a Suiza en 1983 para escapar a
las acusaciones de evasión fiscal, fraude y operaciones ilegales con
Irán, recibió el perdón presidencial de Bill Clinton el año 2000. Se da
la circunstancia de que había contribuido con grandes sumas de dinero
tanto a la campaña electoral del presidente como a la de su mujer,
Hillary Clinton. La decisión fue duramente criticada por ex presidente
Jimmy Carter. (N. del T.)
[1] ‘Holy or Unholy, Jews and Right in an Alliance’, The New York
Observer, 3 de octubre de 2002 [http://www.observer.com/pages/story.asp?ID=6336]
[2] Victor Ostrovsky, The Other Side of Deception: A Rogue Agent Exposes
the Mossad's Secret Agenda, HarperCollins Publishers, Inc. (Nueva York)
1994, 315 páginas.
|
 |
|