¡Sigan, cubanos, alumbrando al
mundo!
Por Israel Shamir (Conferencia ofrecida en La Habana el 29 de
febrero de 2008, en el marco de la Segunda Conferencia por el equilibrio del
mundo)

Es para mí un gran honor estar en Cuba y hablar con ustedes,
porque Cuba fue algo importante y definitivo para nuestra juventud romántica. Yo
era un adolescente, hace cuarenta y cinco años, cuando el joven Fidel prometió
llevar revolución y libertad para el ser humano a América entera, desde Tierra
del Fuego hasta la helada Alaska, pasando por Washington, y su llamado sigue
resonando a mis oídos. Fueron días gloriosos, pero después pareció durante mucho
tiempo que eso no se iba a lograr, y que deberíamos conformarnos con que este
último refugio de la libertad sobreviva todavía. Hoy les traigo buenas noticias.
No se desanimen. Ustedes no son el último refugio de la resistencia al dominio
imperial, en vísperas de ser barridos del mapa. La marea de la historia mundial
está dándose vuelta, y estamos listos para el contraataque. La gente que se
opone al imperio neoliberal ya no se siente como el último bisonte en anchas y
ajenas pampas, sino que somos el ejército victorioso de mañana.
La revolución es necesaria, y el que lo olvida debería acordarse
de lo que ocurrió hace apenas unos días en mi querida Palestina. La gente de
Gaza hizo una auténtica revolución: votaron en contra de
lo que pretendía el ocupante, expulsaron a la banda colaboracionista de Dahlan,
salieron del ghetto arriesgando la vida, desbordaron el ejército, voltearon la
cerca, cortaron la alambrada, borraron la frontera entre dos Estados,
emprendieron gestos heroicos, dignos de grandes guerreros, sufriendo bajas. Si
no acometían esta revolución, no se les permitía siquiera comprar pan para sus
hijos. Este es un buen ejemplo que vale para todos nosotros : nada se puede
hacer dentro de los límites legales impuestos por nuestros enemigos. Se necesita
ese impulso llamado revolución.
El tema de esta conferencia es el equilibrio, y en mi opinión,
el equilibrio es el nombre de la victoria que vamos a alcanzar mañana, porque es
de lo que más carece nuestro mundo, equilibrio entre ricos y pobres, entre
deberes y derechos, entre necesidades de la mayoría y deseos de las minorías,
entre lo masculino y lo femenino, entre el deseo de cambios y la necesidad de
estabilidad, entre intervención y soberanía, entre superpotencias y Estados
pequeños, entre laicidad e iglesia. Cada régimen trata de llegar a algún
equilibrio, pero nuestro equilibrio debería ser el de la armonía, que es un
equilibrio estable.
Siendo un escritor ruso-israelí, comparto mi tiempo entre Tel
Aviv y Moscú, y hablo desde una perspectiva rusa e israelí. Crecí en la Unión
Soviética socialista, y como ustedes saben, la palabra “soviet” significa
consejo y advertencia, de modo que nos cuesta mucho dejar de aconsejar. La Unión
soviética tenía sus problemas, y la Rusia post-soviética los tiene.
Estoy de acuerdo con mi amigo, el maravilloso escritor ruso
Maxim Kantor; si bien cincuenta años de comunismo demostraron que el comunismo
era un fracaso, los veinte años siguientes de triunfo del capitalismo han
demostrado que el capitalismo ha fracasado aún más profundamente. En una etapa,
los cubanos aprendieron de los triunfos de Rusia, y ahora los cubanos pueden
aprender de los errores rusos. La Unión Soviética no se derrumbó por problemas
materiales, por cuestiones de producción, sino por problemas ideológicos: los
ideólogos soviéticos fueron derrotados en el campo de las ideas.
La batalla de las ideas no se da en el terreno de la mente de
un ermitaño aislado, sino en la mente de millones de gentes relacionadas entre
sí por la palabra, desde una tertulia familiar a la hora de la comida, hasta un
programa de televisión. El discurso configura el campo de batalla, y este campo,
como cualquier oro campo de batalla, no es un terreno llano sin accidentes
propios: imaginemos colinas, despeñaderos, valles y ríos que atraviesan el
paisaje, haciendo la batalla tan complicada como cualquier batalla en un campo
real.
La batalla ha cambiado de aspecto desde que nuestros enemigos y
los enemigos de la libertad inventaron y construyeron una maquinaria única, sin
ningún antecedente en la historia de la humanidad. Esta maquinaria es el hecho
de que se forje la opinión pública con la mayor integración de niveles y
variantes; la componen los medios masivos, los especialistas y las
universidades, posee prácticamente todas las emisoras de televisión y los
periódicos, y produce una sola narración, y con ello logra lavarles el cerebro a
las masas. Los amos de este artefacto son los maestros del discurso o dueños de
la palabra. Ellos son los que deciden de qué debe enterarse el pueblo, y qué
opinión será aceptable, y cuál otra será desterrada. Gracias a ese invento
maravilloso es cómo los dirigentes imperialistas se convirtieron en devotos de
la democracia: porque saben que la maquinaria es capaz de convertir a la
democracia en mera consigna hueca.
Por ejemplo, hace apenas algunos días, hubo elecciones primarias
en Nevada, USA. Y el que salió segundo fue Ron Paul, un candidato enemigo del
establishment y de la guerra, un libertario, según la terminología yanki. No
importa, para el caso, si nos cae bien o mal, sino otra cosa: el hecho de que
los medios USianos, integrados como una sola maquinaria, no informaron sobre su
cuasi victoria. Lo fui a comprobar en docenas de informes; su nombre ni siquiera
estaba mencionado, mientras que el nombre del tercero más votado sí daba lugar a
largos comentarios. Es decir que los medios ahora son capaces de socavar hasta
la democracia burguesa a la que se suponía servían de amparo y alimento.
Esto no es nuevo. Lenin en El Estado y la Revolución,
escrito en 1916, dijo que la democracia -ni siquiera la democracia burguesa- no
puede realizarse mientras los medios pertenecen a entidades privadas, ya que
pueden limitar el acceso a la democracia. Lo nuevo es el nivel de integración;
los periódicos de antes, con dueños privados, podían ser malos o buenos, libres
o no, pero hoy los medios están concentrados entre las manos de unos pocos
propietarios y sindicatos, y deciden cuáles son los acontecimientos que valen,
hasta dónde pueden enterarse los lectores y el público.
La maquinaria mediática está tan bien integrada que abarca a la
vez la derecha y la izquierda. Seguramente existe una diferencia entre medios de
derecha y de izquierda, entre el Guardian por ejemplo, y el Telegraph,
en Gran Bretaña, o entre The Nation y el New York Times en USA, o
entre Libération y Le Figaro en Francia. Pero esta diferencia no
es tan grande como parece, porque sigue tratándose de prensa burguesa. Se trata
de una diferencia moderada. En ocasiones excepcionales, el diario de izquierda
saca un artículo radical, pero generalmente, los periódicos de izquierda y
derecha en USA como en Europa son profundamente anticomunistas, se pasan el
tiempo denunciando a Stalin, humillando a los musulmanes, apoyando a Israel,
recordando el Holocausto y olvidando Hiroshima. Pero quieren comunicarnos una
sensación de libertad, de posibilidad de elegir. De modo que ofrecen falsas
alternativas al público. Por ejemplo, tratándose de Cuba, ofrecen algunas
variantes: la derecha burguesa dice que hace falta invadir Cuba u organizar
campañas de ostracismo en contra de Cuba, mientras que la izquierda burguesa
dice que habría que tratar a Cuba de manera suave, para favorecer un cambio de
régimen. Al leer esas cosas, la gente automáticamente escoge el tratamiento
suave. Pero la tercera alternativa, que sería contemplar a Cuba como un
laboratorio de sociedad del futuro, jamás se plantea Este es el esquema nuevo:
hasta ahora, había una diferencia de opiniones real, que se expresaba incluso
dentro del campo de los medios burgueses, mientras que ahora, no es más que
teatro. Mientras el régimen socialista trata de crear consenso, y moldear una
opinión correcta única, las técnicas modernas de adoctrinamiento aplican el
principio del equilibrio, y de la “opción privilegiada”. Se basan en un fenómeno
sicológico: cuando a una persona se le ofrecen dos ideas, ésta busca
automáticamente el equilibrio, de manera instintiva, y por eso se inclina a la
solución que le parece mediana.
Esto ocurre con todos los temas. Tómese a Irán; nos ofrecen a
elegir: ¿deberían los Estados Unidos o Israel bombardear a Irán, o debería
desarmarse al país mediante sanciones? Alemania pide más sanciones, mientras USA
se inclina por el bombardeo. Otra solución, que sería dejar a Irán hacer lo que
le de la gana, jamás se contempla. Hasta Rusia respeta este marco. Los
diplomáticos rusos suelen decir que están de acuerdo en que un Irán con
capacidad nuclear es inaceptable, a pesar de que piensan que existen medios
suaves para convencer a los iraníes, en lugar de sanciones o bombas. ¿Acaso
tienen razón? Dejemos de lado por el momento el carácter no agresivo de Irán.
Incluso si el programa nuclear iraní debiera completarse, Irán no tiene los
recursos para utilizar una capacidad nuclear. No tiene misiles capaces de
encaminar la carga nuclear útil a ningún lado. Al mismo tiempo, el diario
israelí Haaretz (jueves 17 de enero de 2008) publica un mapa
http://www.haaretz.co.il/hasite/images/printed/P180108/a.a.1801.1.1.9.jpg
demostrando que los nuevos misiles de Israel, Jericó – 3,
son capaces de dar alcance a Moscú y Berlín, y son perfectamente capaces de
descargar algunos artefactos nucleares de esos que Israel posee en abundancia,
sobre dichas ciudades. Todo lo contrario de Irán, Israel ha demostrado ser, por
costumbre, un Estado agresivo. El principal editorialista israelí, llamado Matti
Golan, sueña con borrar a Alemania del mapa, mientras los neoconservadores
judíos como Max Boot describen a Rusia como la mayor amenaza. Sin embargo, está
prohibido discutir el peligro que esto representa para Rusia o Alemania, sino
que el peligro iraní debe ser tema permanente de debate obligado. Los rusos
tendrían razón si fueran a responder insistiendo en la amenaza israelí, tal vez
abasteciendo a Irán con algunos misiles defensivos, o con la tecnología nuclear
necesaria para establecer un nuevo equilibrio en el Oriente Medio. Pero la
maquinaria de formar la opinión en Occidente los detiene.
Si miramos el fondo de la cuestión, el problema tiene que ver
con los intelectuales. En otros tiempos, los intelectuales occidentales tenían
fuerte simpatía por el comunismo, pero ya no. De modo que a muchos de nosotros
nos logró seducir la idea de defender el capitalismo y aceptarlo, y muchos de
nosotros nos convertimos en colaboradores espontáneos del imperialismo. En USA,
en Europa y en Rusia, el sionismo jugó un papel importante en este cambio
climático.
A principios de los sesenta, la juventud judía, desde los
hippies de San Francisco hasta los kibutzim de Israel, apoyaban a la izquierda.
Algunos judíos dueños de periódicos y banqueros simpatizaban con el rumbo
izquierdista. Pero entonces sucedió un cambio: la posición social de los judíos
yankis mejoró notablemente en la sociedad USiana. En 1965, los judíos americanos
tenían ingresos algo más bajos que el promedio nacional, no tenían acceso a las
posiciones claves de poder, y por eso estaban a favor de cambios
revolucionarios; por el contrario, en 2008, los judíos USianos ganan tres veces
más que el promedio, y ahora son de derechas. Los judíos de la izquierda de ayer
se convirtieron en neoconservadores, los hijos de los trotskistas ayudaron a
Ronald Reagan a destruir la Unión soviética y a edificar el bloqueo contra Cuba.
La comunidad judía organizada se inclinó a la derecha, y arrastró con ella a la
maquinaria de los medios, que se volvió más pro-sionista, y más unificada.
Esto se puede observar en la cuestión clave de Palestina. El
interés de la gente, en Israel y en Palestina, es eliminar el apartheid de la
forma que se hizo en África del sur (gracias al esfuerzo militar cubano, por
cierto), lo que se lograría con la creación de un solo Estado democrático donde
judíos y no judíos serían iguales desde el punto de vista legal. En lugar de
esto, lo más que uno puede desear para Palestina, es el reconocimiento de unos
bantustanes, eso mismo que fue rechazado en el caso de África del Sur. Por esta
razón, el crimen atroz, el de matar de hambre al pueblo entero de Palestina, se
ha estado organizando sin muchas protestas, a pesar de que Fidel condenó el
sitio de Gaza en términos claros. La opción de la igualdad, la opción
surafricana, no puede siquiera abrirse camino en los diarios americanos y
europeos. Así es cómo el apartheid en África del sur fue condenado
universalmente, y erradicado, mientras el apartheid en Israel/Palestina sigue
floreciendo.
El sionismo es un enemigo de Cuba y de cada Estado libre de
América latina: Israel, perpetrador del apartheid, siempre vota en contra de
Cuba en la ONU y dondequiera. Los mejores amigos de Israel en USA son Bush y
Giuliani, grandísimos enemigos de Cuba. Israel proporcionó armas a los contras
para combatir a los sandinistas. Israel y la comunidad judía organizada
participan activamente en la campaña contra Hugo Chávez.
Hay mucha gente, hombres y mujeres, en Israel, que aman a Cuba,
que escucha música cubana y lleva camisetas del Che, pero el poder en Israel lo
tiene otra gente, lo tienen los enemigos de Cuba y el socialismo. De la misma
forma, hay muchos judíos norteamericanos que aman a Cuba, pero las
organizaciones poderosas están en contra de Cuba y de Chávez.
La izquierda pro-sionista se convirtió en “el guardia bueno”,
que juega en el mismo equipo que el “cana malo”, apuntando al mismo objetivo. Es
la misma gente de izquierda que hizo lo posible por socavar a la Unión
soviética. El dueño de medios importantes en Gran Bretaña Robert Maxwell, que
era amigo de los dirigentes soviéticos y publicaba sus libros en el extranjero,
era también un agente del Mossad, el servicio secreto israelí. Con semejantes
amigos, ¡la Unión soviética no necesitaba tener enemigos!
Nuestros enemigos dicen que los medios controlados por el Estado
no son libres. Para ellos, “medios libres” son exclusivamente los que tienen a
magnates privados por dueños. Yo nunca he podido entender por qué un diario que
le pertenece a Rothschild (como el diario francés Libération) o a Asper
(todos los diarios canadienses) sería automáticamente más libre que un periódico
que le pertenece al pueblo, teniendo al Estado de mediador.
Así pues, los medios controlados por el Estado son algo muy
importante, algo que debe mantenerse atento a los intereses del pueblo. Los
medios de propiedad privada siempre terminan tomados, tarde o temprano, por
algún magnate, que los integrará en la misma maquinaria. Pero los medios
estatales deben aprender a ofrecer elección. Sabemos que existe una oposición
pro-occidental en Cuba. Oímos sus voces a través de la prensa occidental. Pero
también hay disidentes desde el punto de vista opuesto, es decir gente que
quiere más comunismo. Si se desarrolla la posibilidad de elegir en los medios
cubanos, nuestro punto de vista se convertirá en la “opción privilegiada”, ¡la
verdadera `via aurea`, el camino del equilibrio!
Esto significa que los medios estatales deben darle cabida a los
que defienden sólidamente el comunismo, incluso si sus puntos de vista parecen
algo anticuados. La gente que llama a empezar la revolución mundial debería
tener un espacio. Entonces, sus voces equilibrarán a las de los intelectuales
pro-occidentales. En la Unión soviética, el derrumbe ocurrió porque los medios
de propiedad estatal fueron arrebatados por los aparatchiks, los mandarines
pro-occidentales, y bloquearon eficazmente el acceso del pueblo a otras
opiniones.
Internet debería considerarse nuestro mayor amigo: en primer
lugar, nuestras posiciones tienen mucha fuerza e impacto, en la web. Los
Maestros del Discurso todavía no controlan la red. Hay miles de sitios web
amigos de Cuba y defensores de las ideas de igualdad, sitios que denuncian las
mentiras neoliberales. En segundo lugar, Internet es barato. Hoy en día, ya no
se necesitan cables, el Internet por los celulares puede llegar a cualquier
pueblo, cada estudiante lo puede tener. Para Cuba, donde los libros son caros y
a veces difíciles de conseguir, Internet es la solución. Los cubanos con
educación superior se convertirán en un elemento importante en la batalla
mundial de las ideas, y deberían poder entrenarse para jugar este papel.
Internet lo permite, porque permite miles de debates al mismo tiempo.
En la Unión soviética, el derrumbe lo causó en gran medida la
clase de los rusos con alto nivel educacional, la llamada intelligentsia, que
era muy pro-occidental en los últimos días del comunismo soviético. Uno de los
motivos es que el estilo del discurso soviético no permitía un debate abierto.
No habían leído nunca a Chomsky, nunca escuchaban a Fidel, y en aquél tiempo no
había Internet. Ellos no sabían nada de los grupos y de las grandes figuras
antimperialistas que se expresaban en los países occidentales. Eran ingenuos, en
el fondo: pensaron que iban a vivir como profesores de Harvard, mientras que
Rusia entera sería Suiza, una vez que se pasaran al capitalismo. Y el resultado
es que Rusia sufrió mucho, le robaron sus recursos, y el país se encontró a
punto de quiebra completa. Y la intelligentsia también sufrió muchísimo.
Esto lo resaltó Víctor Pelevin, cuyos libros les recomiendo.
Escribió lo siguiente: en los días del comunismo, se esperaba de la
intelectualidad rusa que le lamiera el trasero al Dragón Rojo, y para eso se les
pagaba. Odiaban al Dragón, y lo envenenaron con el mismo creyón de labios que
recibían del Sapo Verde. Pero pronto descubrieron que el Sapo Verde no necesita
a millones de intelectuales, sino que le basta con dos o tres que le practiquen
sexo oral las 24 horas al día, sin dejar de sonreír demostrando sumo placer.
La mayoría del pueblo ruso está profundamente insatisfecha con
el capitalismo, no sólo porque cambió su situación personal para peor, sino
porque el capitalismo hizo de Rusia la sirvienta de Occidente. Ahora el
presidente Putin, que es un nacionalista moderado, le está dando una vuelta más
patriótica al gobierno, y las cosas han mejorado un poco, pero aún hoy en día,
en caso de democracia realmente abierta, los rusos votarían por una orientación
más anti-yanki, más fuerte en la resistencia al neoliberalismo. Ahora, el
capitalismo está atravesando la peor crisis, semejante al tiempo en que los tan
buscados dólares se convirtieron en puro papel de desecho. El punto de vista
socialista debe expresarse con fuerza en los medios, y no solamente éste, sino
también otros puntos de vistas no liberales, opuestos a la burguesía.
Mientras los Maestros del Discurso pretenden no opinar, no estar
comprometidos con ninguna de las informaciones que transmiten, en realidad son
devotos de un paradigma neoliberal. Llaman a la libertad individual, a sacar a
la iglesia de la vida activa, abogan por los derechos humanos, los derechos de
las mujeres. Todo esto suena bonito, pero estos dogmas deben ser equilibrados
por otros, para ser aceptables. De otra forma, la sociedad está desequilibrada.
Pongamos por ejemplo los derechos humanos. ¿Acaso no se trata de
un concepto noble? Pero en nombre mismo de este mismo concepto, fueron
conquistados países y masacrados cientos de miles de personas. Cuba suele ser
atacada por sus supuestas violaciones en ese campo porque limita estos derechos
cuando pisotean los derechos de la sociedad. Nuestros adversarios niegan que la
sociedad en su conjunto tenga derechos también; para ellos, sólo los individuos,
y preferiblemente los que tengan dinero, tienen derechos. Me preguntaron una vez
por los derechos humanos en Cuba en un programa de televisión ruso, y esto fue
lo que dije: en Cuba, hay horribles violaciones de los derechos humanos, y
deberíamos denunciarlos, sí, en Guantánamo, un lugar que está en Cuba. Pero
curiosamente, esto no les interesaba. El concepto de derechos humanos debe
equilibrarse con las obligaciones hacia la sociedad, dijo la importante filósofa
comunista Simone Weil en su libro llamado “La necesidad de raíces, preludio a
una declaración de los deberes con la humanidad”. Los derechos, en su opinión,
son algo “relativo y supeditado” a las obligaciones. Simone Weil pudo dar esta
respuesta correcta porque no cayó en la trampa del liberalismo. Bajo ningún
pretexto reconocía los dogmas liberales.
He aquí unos ejemplos, de paso. Los derechos de las minorías
sexuales son un tema que molesta a la mayoría. En realidad, en Estados Unidos,
el tema de las minorías sexuales es un invento creado para romper la alianza
entre las masas y los intelectuales progresistas.
En cuanto a los derechos de las mujeres: el movimiento feminista
en Occidente se ha degradado hasta convertirse en otro punto de apoyo del
imperialismo. Las dirigentes feministas llamaron a la guerra contra Afganistán,
justificándolo por la triste condición de las mujeres. Y con la guerra
enviudaron las mujeres, en nombre de la guerra contra una vestimenta musulmana
tradicional. Ahora las supuestas feministas luchan para que las mujeres puedan
servir en cuerpos separados en los ejércitos imperialistas, en vez de
movilizarlas contra la guerra.
Otra cosa muy diferente es el derecho a la creencia religiosa.
La animosidad entre socialistas o comunistas y la iglesia no es algo inevitable;
esto se implantó en cierto contexto histórico y ahora se puede superar. En los
momentos culminantes de la revolución rusa, en 1918, el gran poeta ruso
Alexander Blok tuvo la visión de los soldados rojos encabezados por un invisible
Jesucristo. Si los comunistas rusos hubiesen logrado la armonía con la iglesia,
el comunismo seguiría fuerte. Está bien que en Cuba las iglesias estén abiertas,
que ustedes tengan relaciones positivas con la iglesia católica, con su teología
de la liberación, y que cuiden a su propia santería de subido color. Pero la paz
con la iglesia exige una interacción mayor en los dos sentidos. En el siglo XIX,
el gobierno colonial de Cuba deportó masivamente a los sacerdotes católicos
porque estaban a favor de la revolución independentista. El gobierno actual
puede invertir la tendencia. En América latina, hay muchos sacerdotes y obispos
pro-socialistas, y podría traérselos a Cuba, mientras se les podría pedir a los
antisocialistas que se retiren. Cuba puede insistir en su derecho a elegir sus
propios obispos para asegurarse de que una mayor proporción de curas
progresistas tomen estas posiciones. Si la revolución abraza la iglesia, la
iglesia podrá abrazar la revolución.
Y lo último que les quiero decir: ustedes deben sentirse muy
seguros de sí mismos, porque están en el camino justo. La vida en Cuba ha
mejorado notablemente desde los años 1990. Todavía tienen a un dirigente sabio,
que es Fidel Castro, que tiene afinidades con Noam Chomsky por su pensamiento
radical, y tiene sólido apoyo en las masas, lo que es una realización del sueño
de Platón, el sueño de tener un rey filósofo. Todavía tienen entre ustedes gente
que tomó las armas contra la agresión americana, y gente que derrotó a las
fuerzas armadas del apartheid en Angola; y tienen mucha gente con la mejor
educación del mundo. Ustedes son la luz del mundo. ¡Sigan, cubanos, alumbrando
al mundo!
Traducción: Maria Poumier.