Rompiendo el cerco en Gaza
Israel Shamir

Salieron del ghetto arriesgando la
vida, desbordaron el ejército, voltearon la cerca,
cortaron la alambrada, borraron la frontera entre
los dos Estados, acometieron gestos heroicos, dignos
de grandes guerreros, sufriendo bajas –y cuando
terminaron de cruzar, fueron a la tienda y compraron
pan para sus hijos. Esto desmiente la imagen que los
Judíos
trataron de implantar en la conciencia mundial, la
de fanáticas fieras dedicadas a armar lío. En lugar
de esto, salieron de la cárcel a comprar pan. Con lo
cual demostraban que sus amos judíos los tienen
pasando hambre. Ninguna imagen nacerá del Medio
Oriente en fecha próxima con mayor impacto que la de
estos padres de familia llevando pan al hogar.
Esta gente de Gaza es como tú y yo,
llevan sus vidas normales, trabajando en bancos o
garajes, y sin embargo reciben un trato
completamente medieval. Primero, se les despojó de
todo y se les acorraló en Gaza, después se les trató
peor que perros; no tenían permiso para usar una
autopista si la carretera la usa un judío, no se les
permitió ver más a sus familiares que vivían a pocos
kilómetros. Y después, el sitio. Sin comida, sin
nada que darle a los hijos. Sin futuro tampoco,
mientras tengan a Israel de vecino. Y todo lo
padecen por un solo crimen: el de no ser judíos, a
pesar de que muchos de ellos son descendientes de
judíos, algunos con apellidos de familias judías
famosas, cuyos antepasados abrazaron la fe de Cristo
o del Profeta, tiempo atrás.
Se esperaba de ellos que siguieran
sufriendo tranquilamente, pero a la gente de Gaza
les sobra dignidad. Votaron por Hamas contra la
voluntad de Israel y USA, y echaron a patadas a la
banda colaboracionista de Dahlan. Y ahora echaron
por tierra la cerca, y esto es un buen ejemplo para
todos nosotros: nada se puede hacer dentro de los
límites legales que han establecido nuestros
enemigos. Hay una necesidad de más allá, y a esto se
le llama revolución.
Cuando los bravos gazeanos se
volvieron, con su invalorable carga de pan y arroz,
sal y mantas para el frío, legumbres y corderos, a
los Judíos eso les cayó muy mal. Así que ¿estos
nativos pretenden olvidarse que somos como Dios para
ellos, que somos nosotros los que les damos el
sustento o se le quitamos? En vez de aceptar nuestra
dominación, tomaron su destino entre sus manos. Con
pan y arroz, la gente de Gaza va a hacer
contrabando de armas, y esto puede obligarnos a
posponer la gran ofensiva que ya tenemos planificada
con el beneplácito de George W. Los Judíos prefieren
asaltar a víctimas desarmadas.
Los egipcios también les fallaron.
“Supongo que Egipto sabe lo que le corresponde
hacer”, dijo el arrogante general israelí Ehud
Barak. La tarea que se le dio a Egipto era la tarea
de carcelero de sus hermanos palestinos. “La gente
de Gaza nunca se atreverían a romper el bloqueo
hacia el Sinai, escribían los mandarines israelíes
apenas una semana o un día antes. Los egipcios los
esperarían con fuego nutrido”. La vez que hubo un
tiroteo, los israelíes se sintieron muy felices
durante un rato. Effi Eitan, un dirigente religioso
judío de la extrema derecha, que parece “un cerdo
kocher bien cebado con sombrero yarmulke” (en
palabras de Gilad Atzmon) volcó en el Yediot
Ahronot un gran derrame de lágrimas de
cocodrilo: “Nosotros los judíos somos tan suaves y
compasivos en comparación con los egipcios”,
escribió. Pero Mubarak quiere sobrevivir, y sabe que
hay ciertos límites que no puede pasar. Dio órdenes
de cese al fuego a sus soldados. Los Judíos le
advirtieron que tenía que reforzar la frontera, y
entregar su libra de carne según lo acordado. En
vano fue, pues Mubarak no tiene ganas de seguir a
Anwar as-Saldat en el infierno.
Muy molestos, los Judíos tuvieron
que contemplar este flujo de gente que se escapó de
la jaula para una escapadita. Pero qué difícil es
complacer a esos judíos. Haría falta que los
palestinos se exterminen unos a otros en guerra
civil, o se muriesen todos de hambre, para caerles
en gracia.
Esto es lo que hizo mi abuelo, se
murió de hambre y agotamiento en 1942 en el ghetto
de Stanislaw. Los alemanes y sus aliados ucranianos
le hicieron a los judíos lo que los Judíos hicieron
a la gente de Gaza: los apiñaron en el ghetto, y los
dejaron allí a que se murieran de hambre. Las
consignas de los nazis también se tomaron del libro
de Olmert y Barak, en cierto sentido: “tienen que
sufrir porque sus dirigentes son nuestros enemigos,
habría que castigarlos por su terrorismo en la
revolución, dejémoslos que se pasen hambre porque
sus hermanos acosan a las tropas alemanas y
bombardean las ciudades alemanas”. Mi abuelo Israel
(del cual llevo el nombre) se murió de hambre, frío
y agotamiento, ni siquiera tuvieron que dispararle:
no tenía categoría par entrar a formar parte del
programa de asesinatos personalizados.
Espérate un momento -me vas a decir,
lector mío, ¿cómo es eso de Barak y Olmert están
influyendo en los Alemanes de 1942, cuando están
hambreando a los gazeanos en 2008? La respuesta
figura en el lenguaje secreto del misticismo judío:
Ein mukdam, ein meuhar beTorah. La secuencia
de los acontecimientos, en las Sagradas Escrituras
como en el mundo, es irrelevante, porque todos los
acontecimientos y sus consecuencias supuestas toman
lugar en el mismo hipertiempo, armando para siempre
los círculos viciosos del gato que persigue al ratón
que asustó al elefante que aplastó al gato. Poincaré
y Einstein tradujeron este concepto al leguaje de la
física moderna cuando descibieron el Tiempo como una
simple dimensión tan dúctil como las demás.
Douglas Adams popularizó aquello en
su novela: sus personajes vuelven atrás en el tiempo
para encontrarle la salida a un problema, lo hacen,
pero esto tiene un coste: algo salvan, pero pierden
el sueño, ganan la música de Bach pero perdieron los
poemas de Coleridge. La gente no se da cuenta que el
mundo ya ha cambiado, y de que ahora tiene más Bach
y menos Coleridge. Sólo aquellos que pudieron
salirse del marco temporal, lo saben: el mundo
cambia todo el tiempo en función de nuestras
hazañas, y estos cambios son hacia adelante o van
para atrás, pero es que atrás y adelante en realidad
no existen como tales. Por esto, los armenios
hicieron matanzas y destierros de azeríes, y sus
antepasados fueron deportados al desierto para
sufrir a manos de los kurdos. Y hay cosas que no se
han materializado todavía pero se verán luego:
cuando escucho a los judíos (así como a polacos,
ucranianos y americanos) que insisten en que “Stalin
fue tan malo como Hitler”, y “no hay diferencia
entre los nazis y los rojos”, y sacan además a
relucir aquello del “antisemitismo ruso”, yo sé que
en un futuro próximo, el ejército rojo dejará de
combatir a los alemanes, no liberará a los checos ni
a los polacos, ni abrirá las puertas de Auschwitz y
Treblinka.
Este mundo es justo, y el Señor es
justo. Castiga la ingratitud deshaciendo las hazañas
por las que uno debería estar agradecido.
Si haces algo feo hoy, el pasado
cambiará y vendrá a darte una patada. Si matas de
hambre a los gazeanos, tus abuelos morirán de hambre
y sed. Si torturas a los palestinos, tus
antepasados serán torturados por la Inquisición,
porque valdrá el mismo razonamiento que aplicas hoy
a tus enemigos. Si conviertes Hebron en cárcel para
sus propios habitantes, los judíos sufrirán la
matanza de 1929. El crimen del abuso judío contra
los palestinos encuentra castigo ya. No preguntes a
quién se le está hambreando y torturando: es a una
persona que te toca muy de cerca.
Traducción : Maria Poumier