Lo que
revelan los archivos de Guantánamo sobre
Osama ben Laden
[Resumen: El expediente
que acaba de publicar Wikileaks, pero
que había sido robado, deformado y
censurado unos días antes por el NY
Times y el Guardian, habla de Abu Al
Libi (US0LY-010017DP), actualmente preso
en Guantánamo, ofreciendo los datos
siguientes: desde 2003, fue el mensajero
oficial entre OBL y otros en Pakistán, y
se mudó con su familia a Abbottabad.
Esto se sabe desde la captura de Al Libi
en 2005, y por lo tanto, no hay duda de
que la CIA protegía a Osama ben Laden,
hasta el asalto fatal del 2 de mayo de
2011. La decisión de acabar con él se
tomó en el momento en que Wikileaks
reveló todo esto. (MP)]
por Israel Shamir
4 de mayo 2011
Los archivos de
Guantánamo demuestran que los servicios
de inteligencia USA sabían de la pista
Abbottabad por lo menos desde 2005,
cuando se capturó a Al Libi, otro
residente en Abbottabad.
Todo está en el control
del momento oportuno, el "timing". El
presidente Obama anunció la muerte de
Osama en el preciso instante en que
Wikileaks terminaba de publicar los
informes de Guantánamo. ¿Fue una
coincidencia casual? ¿Y si no lo fue,
cuál es el vínculo?
Para contestar a esta
pregunta hay que fijarse en la sucesión
de acusaciones mutuas que se
intercambiaron en ese opaco mundo en el
que los servicios de inteligencia se
entrecruzan con los medios de
comunicación de masas.
La publicación de los
documentos secretos de Estados Unidos,
los "Gitmo Files", se llevó a cabo casi
al mismo tiempo, por obra de dos grupos
rivales:
- el grupo de Wikileaks,
con Julian Assange, asociado al
Washington Post, al Daily Telegraph, al
francés Le Monde.
- el grupo compuesto del
New York Times, del Guardian británico y
del israelí Haaretz.
Dijo el Guardian de
dichos archivos: "Fue el New York Times
el que los consiguió y los compartió con
el Guardian, y hoy publicamos extractos
de los mismos, después de enmendar la
información para que no se pudiese
identificar a los informantes". El New
York Times a su vez dice que los
consiguió, no a través de Wikileaks,
sino de "otra fuente, con la condición
de seguir anónima".
Haaretz fue más allá:
"unos pocos medios, que incluyen el New
York Times, el Guardian y Haaretz,
consiguieron los documentos de una
fuente independiente, sin la ayuda del
fundador de Wikileaks Julian Assange,
quien se encuentra en arresto
domiciliario en Gran Bretaña, en espera
del resultado de su apelación para no
ser extraditado a Suecia, donde le
esperan acusaciones de violación y
asalto sexual."
David Leigh del Guardian
se vanaglorió en Twitter de "haberse
adelantado a Assange".
Ahora te vamos a contar,
amigo lector, lo que pasó en realidad:
quién se adelantó a quién, qué
información fue falsificada, y cómo todo
esto condujo hasta Osama.
Al inicio, sólo hubo una
fuente de datos. El cabo primera Manning
(o quién fuera) obtuvo los archivos y
los entregó al Wikileaks de Julian
Assange. Falta mucho por publicar
todavía de aquello, porque gran parte
fue encriptada y configurada para poder
servirle a Assange de seguro. Él mismo
publicó dos entregas:
War Diary: Afghanistan War Logs y
War Diary: Iraq War Logs. Preparó la
publicación de una tercera entrega, para
el Guardian: una enorme colección de
cables del Departamento de Estado (ver
Cablegate: 250,000 US Embassy Diplomatic
Cables).
Allí es donde el flujo
de datos se bifurca. Un empleado alemán
de Wikileaks, llamado Daniel
Dumshit-Berg, copia todo el caudal de
información y, con el botín a buen
recaudo, pone pies en polvorosa. Dumshit
cerró un trato con David Leigh del
Guardian, y Leigh utilizó el material
para adelantarse a Assange. Le dio la
espalda a Assange, declaró que no había
habido ningún acuerdo al respecto, y
aprovechó el hallazgo para su ascenso
profesional y para hacerse amigo de Bill
Keller, del New York Times.
Conjuntamente, publicaron los cables
después de enmendarlos – dicen ellos
"editarlos", pero también se podría
decir "censurarlos": lo que hicieron fue
quitar todo lo que los servicios
secretos les pidieron que quitaran.
Sobre todo esto ya nos hemos explayado
en el artículo de CounterPunch "Cable
cooking and the War on Assange" (http://counterpunch.org/shamir02252011.html).
Julian Assange logró
recobrar algo del terreno perdido
trabando nuevos acuerdos con el Daily
Telegraph y otros medios. Los cables
iban saliendo publicados... hasta que
Assange se enteró de que el Guardian y
el New York Times estaban preparando la
publicación de los archivos de
Guantánamo. No había tiempo que perder:
en pocos días, el equipo de Wikileaks
preparó los documentos a su vez, y
empezó a subirlos a la red. Los
competidores reaccionaron haciendo lo
mismo, pues tenían la copia robada por
Dumshit. Así fue cómo Leigh "le subió la
parada" a Assange.
Tanto el Guardian como
el New York Times tenían equipos amplios
y capaces, grandes archivos, y mucha
investigación ya hecha. Sin embargo
eligieron hacer el juego a los servicios
secretos de sus respectivos países,
"editando" los documentos, es decir
tachando las "informaciones que podrían
permitir identificar a los informantes".
Pero qué descaro, qué clase de
"chuzpah", cuando muchas veces la
identidad de los informantes es más
importante que la información misma...
Así, por ejemplo, en el
expediente
Adil Hadi al Jaz’iri Leigh y Keller
tacharon el nombre del informante. Pero,
por desgracia para ellos, y felizmente
para nosotros, ya por aquella época
Wikileaks y la pareja Guardian - New
York Times andaban por caminos
enfrentados. Entonces Wikileaks publicó
el archivo en su totalidad, incluyendo
los detalles molestos.
He aquí el nombre del
informante: Zaybak-Abidin Muhammad
Husaybn (alias Abu Zubaydah)
ISN9GZ-010016DP (GZ-10016). Abu
Zubaydah, el informante, fue objeto de
una investigación intensiva, como se
puede comprobar aquí:
http://www.andyworthington.co.uk/2010/04/06/abu-zubaydah-tortured-for-nothing/,
y quedó en claro lo siguiente: este
desdichado informante fue torturado por
la CIA, con el permiso de los médicos US
y la administración Bush, hasta el punto
de que toda su personalidad se derrumbó.
Formaba parte de los detenidos "de alto
valor": todos ellos padecieron torturas
que van más allá de nuestro
entendimiento, pero la información que
proporcionaron no sólo fue inaceptable
para cualquier tribunal, sino que además
habían dicho todo lo que les convenía a
sus torturadores con tal de conseguir un
efímero respiro.
Escribió Andy
Worthington: "Desde entonces, han
surgido más y más pruebas fehacientes de
que Abu Zubadah no era más que un
guarda, un casero, con problemas de
salud mental, que pretendía saber más de
Al Qaeda y de sus interioridades de lo
que sabía realmente"... "Los Estados
Unidos habían torturado a un pobre tipo
mentalmente perturbado, y después se
pusieron a pegar gritos y a dar brincos
desaforados cada vez que abría la boca";
también se confirmó que la tortura no le
hizo entregar la menor información
relevante, y sólo sirvió para hacerles
perder tiempo a los servicios de
inteligencia en pistas falsas. Un año
atrás, resumiendo los resultados de los
tormentos de Zubaydah, concluyó un
antiguo oficial de inteligencia, brutal
y tajante: "hemos estado gastando
millonadas en pos de falsas alarmas"
(ver
http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2007/12/17/AR2007121702151.html
y
http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2009/03/28/AR2009032802066.html).
En resumidas cuentas:
tachar el nombre de Abu Zubaida no
demuestra una voluntad de "proteger a
los informantes", sino a los
torturadores.
En todo caso, los cortes
en los documentos practicados por Leigh
y Keller se los dictaron directamente
los servicios secretos USanos. Otro
nombre fue igualmente tachado del
expediente Abu Al Libi (US9LY6010017PD)
y de todos los demás: el de Nashwan Abd
Al Razzaq Abd Al Baqi, conocido también
como Abd Al Hadi Al Iraqi o por su
número IZ-10026. Este expediente se
puede leer en versión "editada" del
Guardian, o en la versión original de
Wikileaks. La comparación permite
comprobar hasta dónde todas las huellas
de Al Iraqi fueron borradas. No se
trataba de proteger a los informantes,
pues Al Libi ya estaba muerto; dice la
versión oficial que se suicidó en una
cárcel libia apenas llegó el embajador
USano a Trípoli. Véase
http://www.guardian.co.uk/world/guantanamo-files/US9LY-010017DP
y la versión integral en
http://wikileaks.ch/gitmo/prisoner/10017.html.
El expediente de Al
Iraqi falta en todas las bases de datos;
fue capturado en 2005 y se le mantuvo en
varias prisiones secretas, hasta que fue
transferido a Guantánamo, donde se
encuentra detenido hasta ahora.
Una lectura cuidadosa
del expediente demuestra que Al Libi
estaba en relación con Al Iraqi desde
octubre 2002. En 2003, Osama ben Laden
anunció que Al Libi sería su mensajero
oficial en Pakistán. A mediados de 2003,
Al Libi se llevó a su familia a
Abbottabad, en Pakistán, y trabajó entre
Abbottabad y Peshawar, manteniendo
contacto con Al Iraqi.
Y sabemos que a Osama lo
capturan y lo matan en Abbottabad, en el
momento en que esta publicación viene a
saltar a las páginas de los diarios. O
sea que la pista a Abbottabad la
conocían los servicios secretos yankis
desde 2005, cuando capturaron a Al Libi,
otro residente en Abbottabad.
Lo que no sabemos es la
naturaleza de los contactos existentes
entre las autoridades USanas y Osama.
¿Se puede decir que eran íntimos amigos,
o que a Osama lo manejaba la CIA? ¿Será
que el asesinato fue fingido y lo
trasladaron a otro paradero más seguro
después que la publicación de Wikileaks
lo puso en peligro de ser hallado en
breve? ¿O será que los cerebros de los
servicios secretos yankis decidieron que
no hay destino más seguro que el más
allá, y lo mataron para borrar todas las
huellas? Lo trataron de manera decente:
no lo mostraron con las encías color
púrpura ni con el infamante uniforme
anaranjado, no lo torturaron, no lo
humillaron.
Lo que sí sabemos es lo
que David Leigh y Bill Keller trataron
de disimular a sus lectores. Su manera
de "editar" los papeles de Guantánamo,
de la misma forma que lo hicieron con el
Cablegate, no tenía nada que ver con la
"protección a los informantes". En vez
de admitir que manipulaban los
documentos y cables por la razón
perfectamente aceptable de que estaban
maniatados por la gran patronal y los
servicios de inteligencia, dichos
editores dicen que se preocupaban por
los informantes, y que por eso habían
suprimido las acusaciones de índole
sexual. Recordemos que, cuando se trató
de Julian Assange [y armaron todo el
escándalo acerca de una supuesta
violación], no silenciaron precisamente
los hechos; cabe pensar que quizá los
atenuaran...
David Leigh ha
pretendido que Assange fue un traidor al
entregar los "Gitmo files" a distintos
medios "de derechas", concretamente al
Daily Telegraph, que es conservador
(ver:
http://www.journalism.co.uk/news/guardian-double-crossed-by-wikileaks-over-guant-namo-leak/s2/a543836/).
¡Vaya noticia, como si después de Blair
y Clinton lo de derecha e izquierda
estuviera tan claro! Lo que cuenta es la
posición de cada cual sobre las guerras
e intervenciones en el extranjero, la
sensibilidad ante las interferencias de
los servicios secretos, el sometimiento
a las "razones de Estado".
En Francia, es la
derechista Marine Le Pen quien protesta
ante las intervenciones extranjeras en
Libia y Costa de Marfil, contra los
pagos a los banqueros, contra el
presidente, mientras el supuestamente
izquierdista Bernard Henri Levy respalda
guerras e intervenciones, adora a los
banqueros y es amigo personal del
presidente "de derechas", Sarkozy.
En Inglaterra, el
Guardian es un diario influyente que
aboga por la guerra. El Guardian quiere
que se bombardeen Libia y Siria, después
de aplaudir las invasiones de
Afganistán, Serbia e Irak. Lo único que
cambia es el envoltorio: en vez de la
arrogancia de derechas, el Guardian
prefiere pintar su apoyo al
aventurerismo neocolonialista con los
tonos delicados de la intervención
humanitaria. El Guardian es el maestro
de la hipocresía. No es el órgano de la
izquierda; es el problema de la
izquierda. El caso de los expedientes de
Guantánamo demuestra que el Guardian
metió la tijera a la información más
vital siguiendo las indicaciones de la
CIA.
Y Osama ¿qué? ¿Qué pasó
con Osama ben Laden al final? Ahora ya
está confirmado que los Estados Unidos
sabían de sus andanzas; conocían su
rastro, y le pidieron a Leigh y Keller
que tacharan las referencias relevantes
al respecto. ¿Por qué, entonces, no lo
capturaron o mataron antes?
La organización de OBL
estuvo haciendo lo que le convenía a las
autoridades USA. Primero luchar contra
los soviéticos en Afganistán, y destruir
el país. Conspiró y luchó después contra
Hezbolá, masacró a los chiitas en Irak,
saboteó a Gadafi, sembró el odio entre
Hamás e Irán. Apoyó la purificación
étnica contra los "infieles" en
Chechenia, y en los Balcanes. Nunca
arremetió contra Israel, porque tenía
que guardar todas sus fuerzas para
volcarlas contra Sayyed Nasralá. Como un
monstruo amamantado en los laboratorios
secretos de la CIA, sólo una vez, según
lo que se nos dice, se rebeló contra su
despiadado creador, cierto 11 de
septiembre. Osama fue, en más grande,
semejante a otros amigos de los USA como
Jonas Savimbi en Angola o Shamil Basayev
en Chechenia; y cabe la esperanza de
que, después de su muerte, su
organización desaparezca como
desaparecieron las bandas de Unita y
Basayev.
Los expedientes de
Guantánamo revelan el paulatino
naufragio de los desdichados seguidores
de Osama. Con la excepción de un puñado
de allegados muy cercanos, el resto de
los prisioneros de Guantánamo se había
equivocado al escogerlo como guía.
Especialmente los extranjeros, los "árabes
afganos", idealistas que querían
establecer el reino de Dios sobre la
tierra y fueron impulsados por los USA a
reunirse en Afganistán para luchar
contra los rojos. La mayoría ni siquiera
tuvo la oportunidad de empuñar un fusil.
Y fueron vendidos a los yankis por una
recompensa a las primeras de cambio. Lo
pagaron con años de tortura. Y ahora van
a enterarse de que su guía supremo
estaba a salvo, protegido por los mismos
yankis que los estaban torturando a
ellos.
Pero en la mente de las
masas musulmanas se recordará a OBL, con
razón o sin ella, como el arquitecto de
la única respuesta exitosa de los
oprimidos al imperio en su propio
territorio. Y por esto alcanzó la fama y
un lugar en la historia.
Traducido por María
Poumier
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