El derrumbe de la gran
pirámide: ¡a la horca con todos ellos!
Israel Adán Shamir 25-30 de septiembre 2008
En vez de ser la señal de un desastre, el
derrumbe financiero ofrece una oportunidad única para curar
todos los males de América. ¡No hay que desperdiciarla!
1. 25 de septiembre
Siete años después de los atentados del 11 de
septiembre, asistimos a un colapso más deleitoso y solemne aún,
el de la pirámide financiera yanki. Dos decenios hicieron falta
para edificarla, pero el derrumbe se dio en unas pocas semanas.
Basta de gimoteos hipócritas: es un show esplendoroso. No hay
nada que lamentar, no hay pero que valga, pues las bolsas yankis
se iban por las cumbres en los días en que USA bombardeaba a
Bagdad y Belgrado, prosperaban mientras iban saqueando Moscú y
exprimían a Pekín para sacarle las últimas gotas de sudor. La
pasaban bien, y sacaban de la situación más plata para invadir
Irak, amenazar a Irán y ahogar a Palestina. O sea, cuando les
iba bien, nos iba mal a nosotros. Esta vez les toca tragarse a
ellos la medicina amarga.
Cuando digo "ellos", no me refiero a los
americanos en general, sino a unos en particular, una
delgadísima capa de la población USiana, la pandilla de
opulentos que se hicieron ricos del día a la mañana en la costa
este, en Manhattan, Miami y otros templos financieros. Estos
últimos veinte años, hemos presenciado unas enormes
transferencias de dinero hacia arriba, hacia un puñado sumamente
exclusivo de bestias voraces. Mientras la mayoría de los
habitantes de USA iban perdiendo la posibilidad de mandar a sus
hijos a las universidades, ellos se compraban mansiones en
Florida e invertían en edificios enteros de apartamentos en Tel
Aviv. Y lo peor es que fueron comprando también los medios
masivos, para subvertir la democracia y poder mandar soldados
americanos a pelear en el otro extremo del planeta. Gran parte
de la plata así robada fue sustraída y engullida por Israel,
donde los precios del sector inmobiliario no han dejado de
subir.
Ahora les toca su merecido; estaban sumamente
orgullosos porque sabían que las cartas financieras de Estados
Unidos y del mundo entero se escribían en pequeños despachos,
uno reservado a Henry Paulson (del Tesoro) otro a Ben Bernanke y
a Alan Greenspan (de la Reserva Federal) y otro a Maurice
Greenberg del AIG. Se habían construido un mundo aparte,
rodeados por los Lehman Brothers, Merryl Lynch, Goldman Sachs,
Marc Rich, Michael Milen, Andrew Fastow, George Soros y sus
semejantes. Su nuevo mundo de Toyotas Lexus y Nexus lo
glorificaba Tom Triedman, del New york Times. Le dieron el
premio Nobel de economía a Myron Acholes y a Robert C. Merton,
los presidentes de un hedge fund que quebró, el totalmente
desacreditado Long Term Capital Management que tuvo que ser
rescatado por la Reserva Federal de New York.. El presidente
Bush los premió por su irresponsabilidad exonerándolos de
impuestos. Pero ¡ya les toca pagar a ellos, por toda la buena
vida que se dieron!
Te robaron tus buenos verdes, te los
convirtieron en puro papel no convertible, firmados por la
Reserva Federal pero respaldados solamente por la confianza de
los bobos. La ruina de los obreros y también de la clase media
americana es ineluctable. El gran temor en torno al gran
acelerador de partículas Hadron de Ginebra, del que se nos dice
que es capaz de generar un agujero negro capaz a su vez de
tragarse el planeta entero tiene que ver con la sensación de
verse aspirado hacia abajo: es la misma sensación que tenemos
ante el espectáculo de los superricos yankis desapareciendo en
el negro agujero financiero que se los está tragando.
No es, por cierto, la primera gran estafa a base
de confianza traicionada en la historia: así, Jay Gould y Joseph
Seligman habían provocado el crac bursátil del "viernes negro"
a finales del siglo XIX. Jacob Schiff provocó el pánico
financiero famoso del "jueves negro", que acarreó la depresión
económica de envergadura continental en 1929 [1]. Seligman ya
había sido el deus ex machina del escándalo de Panamá,
una estafa bursátil ya legendaria por la que pagaron los
franceses. Esta estafa la habían fraguado dos judíos de origen
alemán, Jacques Reinach y Cornelius Herz, que habían comprado a
los diputados franceses. Mientras Reinach se encargaba de los
diputados de derecha, el equivalente francés de los republicanos
yankis, Herz se encargaba de comprar a los demócratas, los de la
izquierda. La enciclopedia virtual Wikipedia cita la filósofa
Hanna Arendt, quien escribió sobre este tema que los individuos
que organizaban el interfaz entre el sector privado y el estado
eran casi exclusivamente judíos. Esta relación carnal entre el
estado y el mundo del business fue la receta infalible del
desastre.
Obviamente, las cosas han cambiado desde
entonces. Hoy, los adoradores de Mammón, el dios de las
riquezas, pertenecen a distintas confesiones religiosas,
incluyendo a los adeptos de la Christian Science, como es el
caso de Hank Paulson, cuyos haberes se valoran en 700 millones
de dólares, y cuya carrera en la empresa de Goldman Sachs (de la
cual fue presidente de 1998 a 2006) lo hizo aparecer como el
candidato natural para el puesto de secretario del Tesoro yanki.
Lo único que no ha cambiado es la devoción de todos ellos por el
dios de la codicia. En un mundo capitalista ideal, el de la
"economía de mercado" que no han dejado de celebrar, les
correspondería pagar los platos rotos. En una novela
divertidísima de Glen David Gold, titulada "Carter le pega al
diablo" (Carter beats the Devil), un antepasado
espiritual de estos bribones se ve condenado a ser embadurnado
con pez y plumas por el robusto pueblo de Connecticut, allá por
el año 1670, por haber comprado todo un cargamento de productos
importados con el proyecto deshonesto de apoderarse del mercado
y desangrar a sus conciudadanos. Hoy en día, semejante malhechor
recibiría la medalla del fondo neoliberal Milton Friedman, lo
celebraría el JINSA, ("Jewish Institute for National Security
Affaire”), y la prestigiosa Harvard Business School lo citaría
como ejemplo.
Hoy pretenden utilizar el control que tienen
sobre el gobierno yanki para hacerle pagar los platos rotos al
pueblo americano. Llámese esta maniobra nacionalización o
estatización o renegociación, el resultado inapelable es que
muchísimos americanos se van a encontrar en la miseria, y todos
despojados de sus ahorros por los impuestos. En cuanto a los
organizadores de la pirámide financiera, su idea es retirarse a
sus mullidas mansiones para administrar tranquilamente sus
inversiones personales, cuidadosamente aseguradas en bonos muy
reales, como nunca han dejado de hacerlo.
Les tomaron el pelo a los americanos, los
desvalijaron igual que a ciertos albaneses que no sabían mucho
de asuntos financieros hace algunos años. Pero el resultado es
peor, pues los albaneses habían descolgado sus trabucos y
corrieron a los ladrones, mientras que los americanos se quedan
postrados todavía, ofreciendo la otra mejilla.
El pueblo americano tiene derecho a saber quién
los ha expoliado, a ellos y a sus hijos; son esos mismos
individuos que ostentaron tanta riqueza durante estos últimos
veinte años. Y deben pagar por sus fechorías. Y si el gobierno,
el presidente, el congreso y el senado, demócratas tanto como
republicanos tardan en aplicar la justicia, los ciudadanos de
abajo pueden hacer lo mismo que sus antepasados de Connecticut:
empanizarlos en pez y plumas de una vez; y si no basta con eso:
¡a la horca con todos ellos!
Este es el momento de recordar por qué razón
precisa los padres fundadores de América gravaron en el mármol
de su Constitución la Segunda Enmienda que declara que los
ciudadanos tienen derecho a poseer y llevar armas. Gracias a
Dios, todavía está vigente la Segunda Enmienda. Estas armas, que
no las usen los ladrones, sino que las tome el pueblo, cuando de
nada le sirven otros medios. "¡A las armas, ciudadanos!"
gritaban los franceses cuando se abalanzaban sobre los reos.
América tiene una gran tradición de aplicación directa e
inmediata de la justicia. La consigna del Oeste sigue válida: ¡a
la horca con todos! Ha llegado el momento adecuado.
Que vuelvan los soldados yankis de una guerra
totalmente inútil, y se cierren las bases militares yankis en el
mundo entero. El verdadero enemigo de América está en USA.
Retomemos las palabras de Lenin, que siguen retumbando y son
actuales, convirtamos la guerra imperialista en guerra civil
contra estos Bastards de uñas largas. En vez de dejarlos
exprimir a los contribuyentes, hagamos de los Estados Unidos de
América toda una zona "multimillonarios-free". Estas ratas de
la peor ralea se cubrieron de oro con su gran pirámide: ¡hay
que ponerlos de rodillas! ¡Vaciemos sus cuentas bancarias! La
desaparición de billones de dólares de sus cuentas secretas
hará subir nuevamente el valor del billete verde: y ustedes
cobrarán nuevamente su salario en plata real, no en simples
papeles que se lleva el viento.
Además, para nuestra mayor felicidad, como más
de la mitad de todos los multimillonarios del planeta son
miembros reconocidos del lobby israelí, esto resolverá de una
vez por todas los problemas del Medio Oriente. Para mayor
seguridad, hay que confiscarles todos sus haberes a los que
edificaron la pirámide financiera: Paulson, Bernanke, los
presidentes de Merryl Lynch y Goldman Sachs, sin olvidar al
presidente G. W. Bush, que hizo la vista gorda. Volverá la paz,
o mejor dicho, llegará al fin, en Palestina, en Afganistán y en
Irak. Los yankis podrán nuevamente sentirse orgullosos de su
país. Esta autorrestitución masiva reinstaurará la democracia en
USA: y los próximos candidatos a la presidencia ya no irán con
el sombrero en la mano a prosternarse humildemente ante el
congreso de AIPAC (“Comité de Asuntos Públicos Americano
Israelí”). La derrota de la codicia permitirá al pueblo volverse
hacia Dios; el lastre tirado por la borda permitirá llevarles a
todos los ciudadanos la seguridad social, los cuidados médicos y
la educación gratuita. Así, lejos de ser un desastre, el
derrumbe financiero ofrece una oportunidad única para curar
todos los males de América. ¡No hay que desperdiciarla!
Y para Ustedes, ciudadanos del mundo entero, un
consejo: no vayan a tirar por la ventana su plata honrada, la
que se ganaron con su sudor, con el pretexto de salvar la otra,
la de mentirita. Rechacen con firmeza las zalamerías procedentes
de Washington, y sus cuentos chinos. Consideren que los
depósitos que tengan en Yankilandia ya volaron. Si algo logran
salvar, felicidades, pero no vayan a desperdiciar tiempo, dinero
y esfuerzos en tratar de recuperar lo que ya, a estas alturas,
se esfumó para siempre. Hay haberes de valor inestimables, que
se pueden canjear a cambio de los bonos basura: la libertad y la
independencia. El derrumbe del dólar significa que vuestra
economía será salvada, pues el colapso de la pirámide financiera
USiana os hará libres.
[1] Benjamin Ginsberg, The Fatal Embrace:
Jews and the State, University of Chicago Pres, Chicago
1993, p 73 ("El abrazo fatal del Estado con los judíos").
2. 28 de septiembre 2008
No hay arreglo, ha llegado el momento para cada
americano de decirle al gobierno USiano y a los pejes gordos de
Wall Street: "¡no hay arreglo con ustedes, señores! Si están
endeudados, nosotros también. Ustedes no quieren pagar,
nosotros tampoco. Ustedes tal vez logren doblegar al congreso,
pero nosotros, el pueblo, podemos impedirlo, con dejar de
pagar." Dejen de pagar por sus hipotecas, dejen de pagar
impuestos, dejen de pagar su tarjeta de crédito. No hay razón
para pagar por nada de esto, si el dinero debe terminar en los
bolsillos de los más ricos y avarientos hijos de su madre, y
además ya se lo han cobrado. Estarían pagando doble.
La rebelión ante los impuestos y la deuda es la
última medida que puede tomar el ciudadano, obligado a la
autodefensa, antes del levantamiento armado. La democracia ya no
significa nada: ¿qué diferencia habrá entre votar Obama o McCain,
si de toda forma los dos están tratando de entregarles el dinero
de Ustedes a los ladrones? Y, ya que estamos, es tiempo ya de
que el pueblo norteamericano se pregunte si necesita de verdad
gastar 700 mil miones de dólares al año para su ejército, más
que todo el resto del mundo junto. Tal vez estos miles de
millones puedan servirles a Ustedes de algo. Si el gobierno
federal no puede liberarse por sí solo de la garra de los
banqueros, ¿tal vez convenga disolver la Unión? Que se queden
las deudas en New York, donde se generaron; pero California y
Alabama pueden seguir por otro lado. Menos gobierno federal
implicaría menos problemas para América entera. ¡Díganle ya a
los políticos que Ustedes no pagarán, dejen de pagar ya, hoy
mismo!
3. 30 de septiembre 2008
¡Felicidades a todos mis lectores! La estafa
fracasó, por la unión de los rebeldes republicanos y demócratas.
Excelente: gracias a Internet, a pesar de la conspiración de los
medios masivos, hemos revertido la marejada. Cada uno de los que
leyó y reenvió y despachó nuestros mensajes tiene su parte en
esta victoria. No nos dejemos amilanar, sigamos empujando.
Dejemos a los banqueros desbarrancarse, junto con los que los
apoyan, en la esfera política y en los medios. Las elecciones
para el Congreso vienen pronto: y ojalá ni uno de los dóciles
anuentes vaya a ser reelegido. Aquí está la lista:
http://clerk.house.gov/evs/2008/roll674.xml. Los rebeldes
pueden intentar formar un nuevo cuerpo en el congreso, echando
lejos a los sometidos. Tanto Obama como McCain han demostrado
ser títeres vergonzosos, manipulados por los banqueros. Cada
Estado puede ahora votar por más medidas de emergencia, con tal
de guardar su plata en vez de regalársela a los delincuentes en
Washington, maestros del despilfarro. Nos corresponde convertir
el acontecimiento en la gran oportunidad de nuestro tiempo para
derrotar a la codicia y sus sirvientes.
Traducción: Maria Poumier, revisada por Horacio
Garetto.
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