LOS
MAESTROS DEL DISCURSO (II)
Israel Adán Shamir
EL
ESPIRITU DE SANTIAGO
FRENTE AL PODER DEL DINERO Y EL “LOBBY” JUDIO
216
págs., P.V.P.: 19 €
He
aquí, por fin, a pesar del RECIENTE SECUESTRO DE LAS OBRAS DE
SHAMIR, el segundo volúmen de LOS MAESTROS DEL DISCURSO.
Es
este el segundo volúmen que aparece en español de las obras de
Israel Adan Shamir, tras la publicación en 2004 de Los Maestros del
Discurso I (La lluvia verde de Yasuf), libro de crítica política
internacional del mayor interés.
Judío
nacido en Novosibirsk (Siberia) y biznieto de un rabino de
Tiberiades, su curriculum le hace a todas luces “políticamente
correcto”: hombre de izquierdas, miembro del partido socialista
israelí (Mapam), educado en la Academia de Ciencias de la Unión
Soviética, fue también periodista de los diarios israelíes Maariv,
Haaretz y Al Hamishmar, colaborador de radio en Israel y de la BBC
británica y de los periódicos soviéticos Pravda y Zavtra.
Pero ¡ay!, este judío se convirtió al cristianismo en 2002 y se ha
erigido en uno de los críticos más tenaces del “lobby” judío
norteamericano, del Estado de Israel y del judaísmo internacional,
tanto religioso como político, económico o mediático.
Hombre honesto, está dispuesto a aceptar cualquier crítica que se le
haga y a escuchar, y reflexionar, sobre estos y otros puntos de su
visión del mundo.
Shamir escribe para la izquierda y para la derecha. En buena parte
por convicción y en cierto modo por táctica: parte importante de su
estrategia política estriba en unir a la izquierda y a la derecha
frente al culto a Mamón y la esclavitud al poder del dinero. Y
lógicamente por su propia evolución personal: era un judío
socialista y se ha pasado al cristianismo ortodoxo, lo que en
lenguaje democrático podría definirse como un salto de la izquierda
a la derecha.
Sus análisis de los verdaderos entresijos de la política mundial
suelen ser tan acertados, que pocas desinformaciones de la llamada
prensa internacional llegan a engañarle.
Shamir se ha bautizado con el nombre de Adán. Se considera Adán
Shamir y no Israel Shamir. Ya no se siente sólo descendiente del
“pueblo elegido”, sino uno entre iguales con los demás seres humanos
y los demás pueblos de la tierra: “somos todos hijos de Adán”–
afirma
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